"Nada podemos esperar sino de nosotros mismos" | SURda |
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31-01-2010 |
Por Constanza Moreira |*|
Candidatos, partidos y electorados: La carrera municipal
La República
El año dos mil nueve fue excepcionalmente largo y cargado en lo que a procesos electorales se refiere: hubo elecciones internas, y generales en octubre, y luego balotaje, y dos reformas institucionales en juego. En 2010, el ciclo terminará, pero el tramo de las elecciones municipales aún está para recorrerse, y la forma en que se dirimió la elección de 2009 tendrá impactos sobre las estrategias a seguir.
¿Cómo debemos dirimir las candidaturas departamentales? Obviamente, la elección recae en los ciudadanos que, votando en mayo decidirán quiénes quieren que sean sus gobernantes departamentales, y cómo será la composición de los parlamentos que los acompañen. Pero no olvidemos que en un sistema como el nuestro, los electores deberán dirimir entre candidaturas previamente acordadas por los partidos. Los partidos tienen variados sistemas para elegir sus candidatos: o lo deciden las cúpulas, o se dirime en un congreso que reúne a la mayoría de los afiliados, o se someten a una interna abierta. Pero en el caso de un partido como el FA, las candidaturas resultan de un juego complejo de pronunciamientos sectoriales, donde, en principio, son varios los actores relevantes, y cada uno decide, por sí y ante sí, quiénes quieren que sean sus candidatos. De acuerdo al resultado de la última elección, existen al menos, cinco actores relevantes al interior del FA: el MPP, los nucleados en el Frente Líber Seregni (AU, NE, Alianza), el Partido Comunista, el Partido Socialista, y la Vertiente Artiguista. Estos sectores tienen preferencias distintas sobre las candidaturas municipales. ¿Cómo se dirimen estas diferencias?
El caso de la Intendencia de Montevideo es llamativo en este sentido. Más allá de la candidatura de Tabaré Vázquez, que fue excepcional, ya que al ser el primer cargo de gobierno que el FA conquistó, se transformó en la "catapulta" para que ocupara la presidencia del FA primero y la presidencia del Uruguay después (no sucedió esto ni con Arana ni con Ehrlich), las candidaturas que le siguieron obedecieron a otra lógica. En general, fueron interpretadas por la mayoría de los militantes y cuadros dirigentes del FA como candidaturas "sectoriales". Probablemente esto no hace honor a la verdad, y la candidatura de Arana, en su inicio, reflejaba la de uno de los intelectuales más comprometidos en su pensamiento y en su práctica con la gestión de Montevideo. Ehrlich, por otra parte, es básicamente un "independiente", más allá de que su postulación estuvo a cargo del MPP. Pero aún siendo necesarias estas precisiones, lo cierto es que, para la inmensa mayoría de los involucrados, lo que funcionó, desde Tabaré hasta ahora, fue un juego de reparto entre fracciones, a la vez temporal y espacial. El juego de reparto temporal indica que cada grupo tendrá "su vez" dependiendo de su tamaño e importancia relativa en el manejo de la gestión municipal más importante del país. El juego de reparto espacial indica que se deberá mantener un equilibrio entre los candidatos de cada sector en el total de los departamentos del país, especialmente tomando en cuenta aquéllos que tienen más chance de éxito. El caso de Canelones, desde la victoria del FA en la elección pasada, se transforma en una pieza más de reparto, en este sentido.
Los cruces y alianzas entre sectores, como puede verse en el caso de Montevideo (donde se alían AU y MPP por un lado, y el PC y el PS por otro), son cada vez menos predecibles, y esa imprevisibilidad general del sistema data del mismo momento en que hubo pre-candidaturas múltiples a la presidencia del Uruguay. Para quienes apoyamos en su momento la elección interna abierta entre candidatos como única manera de dirimir un conflicto por liderazgo, es comprensible que las varias candidaturas a las intendencias sean el mejor modo de saldar la contienda. Lamentablemente, y dados los plazos y los formatos electorales nuestros, esta contienda se dirime conjuntamente con la elección, por lo que resultará electo el candidato más votado del lema más votado, y la ley de lemas entrará en todo su vigor otra vez.
Pero otros criterios deberán ser tomados en cuenta, más allá de las preferencias de los sectores por el candidato tal o cual y su capacidad relativa de hacer valer esas preferencias frente a los otros (por supuesto podrían usarse otros criterios como el de género, o el del recambio generacional, o la idoneidad para la gestión, o la popularidad del candidato en cuestión, pero no parecen ser más que subsidiarios de la cuestión principal: el poder de los sectores del FA).
Es necesario hacer un análisis concienzudo sobre las pérdidas que experimentó el FA en la elección pasada, departamento a departamento, con relación a los resultados de octubre de 2004. Sí, se me dirá, pero 2004 es otra historia. Y lo es. Pero la forma en que el FA fluctúa departamento a departamento no es la misma, y merece una reflexión. Los dos departamentos donde el FA perdió más votos, son los más modernos y ricos del país: Montevideo y Maldonado. En Maldonado perdió siete puntos porcentuales, y en Montevideo casi cinco.
Le siguen Florida, con una pérdida de 3,6%, Colonia con 3,1%, Rocha con 2,9% y Canelones con 2,1%. Aunque experimenta caídas en otros departamentos (Lavalleja, Flores, San José, Treinta y Tres y Paysandú), éstas son menores al dos por ciento y pueden considerarse parte de un comportamiento electoral estable (y estancado). Del mismo modo cabe considerar a Soriano, Río Negro, Durazno y Cerro Largo, donde los incrementos son tan pequeños que pueden considerarse "estancamiento electoral" propiamente dicho. En Salto, Rivera, Tacuarembó y Artigas, por el contrario, ha experimentado un crecimiento significativo, pero con la excepción de Salto, en estos departamentos la votación del FA está todavía muy por debajo de la obtención de la mayoría relativa.
Como observaciones, vale la pena hacer dos. En primer lugar, que el acceso al gobierno municipal no le ha significado al FA un aumento significativo en la votación a nivel nacional. Como se deduce de los datos anteriores, el FA ha perdido votación en muchos de los municipios donde ha ejercido el gobierno municipal (en Montevideo, Rocha, Florida, Canelones, Maldonado y Paysandú), aún a despecho de los niveles de popularidad de los intendentes del FA (que son positivos, en todos los casos donde se dispone de ese dato).
La segunda es que la pérdida electoral más significativa la ha experimentado en los dos departamentos más pujantes y dinámicos económicamente del país: Montevideo y Maldonado. Esta segunda reflexión debe llevarnos a una tercera. ¿Hasta qué punto hay electorados "cautivos" del FA? Lo que los datos muestran es que debemos ser más cautelosos al afirmar que Montevideo es un electorado "cautivo" del FA. Esta expresión, si bien es cierta en el corto plazo, no lo es en el largo plazo. Más aún, los gobiernos de izquierda en América Latina muestran un descaecimiento en los grandes centros urbanos y modernos de los países que controlan. Esto pasa por ejemplo en Buenos Aires, que explica la victoria de Macri o De Narváez, o de San Pablo, donde el PT no ha podido repetir gobierno luego de Suplicy.
En síntesis: si durante décadas, la izquierda conseguía atrincherarse en las capitales y los grandes centros urbanos (una consecuencia, en algunos casos, de la consolidación de un proletariado industrial en esas áreas, que generó una "masa disponible" para una política desde la izquierda), los fenómenos de fragmentación y segmentación social más reciente, parecen evidenciar un reflujo en esa tendencia. Por un lado, en estos lugares la "masa disponible para la política", es muchas veces, la más capturable por los mensajes del "populismo de derecha". Por otro lado, las clases medias y medias altas pueden volverse refractarias a los empujes redistributivos de la izquierda, o simplemente sentirse amenazadas por sus gestos, y atrincherarse en opciones cada vez más reaccionarias. Algo de eso también está pasando en Montevideo, como muestran los datos de votación al FA por barrios en nuestra capital.
Si esto fuera así, el FA deberá desarrollar una perspectiva estratégica de largo aliento sobre su forma de comportarse en estos grandes distritos electorales. Y la puja por las candidaturas sostenida en el equilibrio interno de los sectores no contribuye mucho a resolver una encrucijada de este tipo.
|*| Politóloga. Universidad de la República
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